lunes, 9 de mayo de 2011

Llegó el día: aprobado Hidroaysen en primera instancia

 Carlos Ruiz
MPT

Una noticia que no debiera sorprender nos está movilizando y cuestionando: como era de esperar, con Seremis y otros elegidos por Piñera, bajo la atenta tutela del superministro Golborne, aprobaron el proyecto Hidroaysen.
A esta hora, los pacos están dispersando a los opositores reunidos en la Plaza Italia de Santiago.

A estos gobiernos no les interesa en lo mínimo la presión "ciudadana" expresada en marchas, acciones no-violentas, creativos encuentros con padres de familia y sus niños y niñas armados de globos, disfraces de animalitos y carros alegóricos.
Bien saben que se trata de minorías no incidentes en la "intención de voto".
Las organizaciones de clase no siempre logran involucrarse en este quehacer. Además de tener su propia problemática, y agobiante, no es fácil para dirigentes y bases asumir una problemática de definición y resultado poco claro. Los partidos y movimientos revolucionarios tienen su agenda copada con temas como los prisioneros, los montajes judiciales, la situación internacional, etc., algunos siguen más atentos las revueltas en Irak, Irán, Kurdistán y Pakistán, que lo que pase en Santiago, San Antonio, Puerto Montt, Aysén, etc. 
Más visión tenía O'Higgins, en su agonía, que much«s de nosotr«s, al llamar la atención hacia Magallanes.
El problema de una causa como l«s antirepresas, antitermoeléctricas, antitransgénicos, es que no prevemos los efectos que l«s más sensibles los prevemos y calculamos a largo plazo.
Los aparatos de poder, los medios de comunicación, están siempre idiotizando a la opinión pública.
Todo esto porque se mueven enormes sumas de dinero en favor de minorías superpoderosas, en este caso la gran minería mundial, que da el zarpazo más grande de la historia, a los recursos minerales de las cordilleras de nuestra América. Es cierto que es muy difícil luchar contra enemigos tan poderosos.
De ahí que ahora sea imprescindible generar un nuevo aporte a la estrategia y táctica en favor de los derechos de las comunidades y de la Madre Tierra.
Entre otras tareas, hay que instalar el tema en la agenda de las organizaciones populares, de base, de cualquier ámbito, ya que el problema es transversal, es más que planetario. Eso parte por que nos autoconvenzamos de la necesidad e importancia de asumir estas causas.
También es necesario que las organizaciones "ambientalistas" superen la orientación ingenua con que se desenvuelven. Su divorcio de "la política" es hacer el juego a los manipuladores de conciencias que instalaron la demonización de la política y las organizaciones de este ámbito, especialmente a las de izquierda, reemplazaron al "compañero" por el "ciudadano" y a la marcha por el pasacalles. El caso no es que a una marcha vayan 500 y a una manifestación con globos y pasacalles vayan 5000, si a la larga el sistema se impone por sobre los 5.500. La respuesta debe parecerse mucho más a la Guerra del Agua, en Bolivia, con algo de las protestas generales del Chile de los 80 y algo del Caracazo. Las enormes torres de alta tensión tendrán que ser instaladas en suelos particulares. ¿No habrá un solo propietario que se oponga a que el tendido pase por sobre sus tierras?
Pero la solución definitiva de los problemas "ambientales" tiene que ver con la sustitución del sistema capitalista, y aunque éste se defiende por todos sus medios, es sólo cuestionándolo con toda la fuerza que podremos ir a la raíz. Mientras el sistema se mantenga, nada nos podrá extrañar porque tiene el poder de convencer a las mayorías. A veces, hace falta una catástrofe como la de Chernobyl o la de Japón, para hacernos dudar, por un rato, sobre las bondades del sistema.
Hace pocas horas se aprobó Hidroaysén, hace falta reunir colectivamente más antecedentes y ver las posibilidades de respuesta, más allá de los recursos legales que ya están estudiados, y para los que el Imperio se prepara ya. Ahora es cuando se necesita la creatividad colectiva, la dirección colectiva, y crear instrumentos que en conjunto, sean capaces de actuar como un Estado Mayor de todas las fuerzas populares, las que se asumen proletarias, junto a las que se creen ciudadanos con derechos.

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